NOSTALGIA SPECTRUM
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martes, 10 de mayo de 2011

HISTORIA. Sir Clive Sinclair (III)

Nos encontramos en la mitad de la década de los años 70. La trayectoria empresarial de Sinclair Radionics  estaba llegando a un punto de inflexión. Hasta entonces, sus beneficios no habían parado de aumentar, incluso se había establecido una filial en los EE.UU. En mayo de 1975, la compañía recibía el premio más prestigioso que puede obtener una organización británica: el Queen´s Award for Enterprise (Premio de la Reina para la Empresa). Los ingresos ese mismo mes superaban los seis millones de libras.
Como en años anteriores, el catálogo de calculadoras aumentaba, esta vez con la serie Oxford y la MK 1, la primera de las programables de Sinclair. Las Oxford, de las que se presentaron cinco versiones, surgen a consecuencia de un encargo de Gillette, que planeaba introducirse en el mercado de las calculadoras de bolsillo a partir de modelos licenciados por Radionics. Finalmente, la compañía de maquinillas de afeitar desestimó esa nueva línea de productos, aprovechando Sinclair los diseños para lanzar aquella serie de calculadoras.

Uno de los modelos de la serie de calculadoras Oxford

La estrella de la miniaturización de ese año, sin embargo, no sería una radio ni una claculadora, sino un reloj. Black Watch se presentaba como una seria apuesta de la compañía para abrirse en un nuevo mercado, lo que tenía sentido a la vista de la creciente competencia de las calculadoras llegadas de Asia, más baratas y, habitualmente, de menor consumo.

El reloj Black Watch

La publicidad del Black Watch aseguraba "un reloj sin piezas móviles, un reloj con nada que pueda ir mal, un reloj que proporciona una exactitud jamás alcanzable por la ingeniería mecánica más precisa". Como había ocurrido con otros productos Sinclair, el optimismo resultó ser excesivo y los problemas no tardaron en llegar.
Uno de los anuncios publicitarios del Black Watch

Por una parte, el circuito integrado que controlaba el dispositivo era excesivamente delicado, su sensibilidad era tal que podía llegar a arruinarse con la electricidad estática de la manga de una camisa de nailon; por otra, su anunciada exactitud variaba según la temperatura ambiente, así el reloj se adelantaba o se atrasaba según la época del año. A todo esto había que añadir el complicado diseño de la caja del reloj, que dificultaba su montaje a aquellos que lo compraban en forma de kit; para colmo de los males, las baterías apenas duraban diez días, lo que conllevaba la ardua tarea de abrirlo periódicamente para reemplazarlas. Todo lo señalado, además de otros muchos fallos también documentados, hizo que el número de devoluciones prácticamente superase al de ventas.

Kit de montaje de Black Watch

Black Watch había sido un mal negocio que, indudablemente, iba a repercutir en las cuentas de la compañía. Entre 1975 y 1976 las pérdidas fueron muy cuantiosas. Sinclair Radionics  estaba a un paso de la bancarrota.
En aquellos años gobernaba Harold Wilson, político laborista impulsor del National Enterprise Board (NEB), una agencia gubernamental cuyo principal objetivo era extender el control público sobre el tejido industrial británico mediante su progresiva nacionalización. A regañadientes, con objeto de salvar la compañía, Sinclair acepta en 1976 la venta del 43% de Radionics  al estado a través de aquella agencia nacional.
En pocos meses se demuestra que aquella transacción había sido insuficiente para hacer reflotar la compañía. El único camino para su salvación pasaba por una nueva negociación con la NEB, que para Clive Sinclair supondría, en la práctica, la pérdida del control de Radionics.
No obstante, Sinclair llevaba algún tiempo confeccionando su particular plan B. Ablesdeal Ltd, aquella sociedad instrumental que había adquirido en 1973 (renombrada dos años después como Westminster Mail Order Ltd y luego, a los seis meses, como Sinclair Intruments), le daría la oportunidad de comenzar a operar de inmediato sin la necesidad de sufrir los trámites que conllevarían la creación de una nueva compañía. Su primer movimiento sería pedir a Chris Curry, su hombre de confianza, que se hiciera cargo del despegue de Sinclair Instruments. Un producto con esta marca no tardaría en llegar.
En un inusual golpe de fortuna, una extravagante calculadora de pulsera, vendida en forma de kit con los recurrentes problemas de montaje que, en anteriores ocasiones, había supuesto pérdidas, conseguía una notable aceptación en el mercado de los aficionados a la electrónica. Los ingresos obtenidos por la venta de la Wristwatch Calculator justificaban la confianza en Sinclair Instruments, aunque, como veremos más adelante, las aspiraciones de sus fundadores iban en otro sentido.

La calculadora de pulsera Wristwatch Calculator

Mientras tanto, aun habiendo perdido capacidad de maniobra en Radionics, Sinclair había conseguido que la NEB aceptase financiar el desarrollo de un nuevo televisor de bolsillo, en proyecto desde antes de la crisis.
En diciembre de 1976, un diminuto receptor de diez centímetros de ancho, cuatro de alto y quince de fondo llegaba a las tiendas. A pesar de no ser un producto barato, Microvision TV1A había conseguido atraer la atención del público. Era el primer televisor capaz de sintonizar en cualquiera de los tres sistemas (PAL, SECAM y NTSC), lo que acentuaba su vocación portátil, y su diseño estaba a la altura de los mejores productos Sinclair.

Publicidad del Microvision TV1A. Le siguieron otros modelos, el TV1B y TV1C.

A pesar de todo, podría decirse que el producto estaba destinado a morir de éxito. La magnífica demanda inicial del producto no podría ser satisfecha por problemas de suministro en los componentes; una vez que la producción pudo ser normalizada, el mercado había perdido el interés en el producto, conllevando un exceso de stock que de nuevo provocaría pérdidas.
Las esperanzas de Sinclair en salvar aquel desaguisado pasaban por una nueva calculadora. Al igual que el TV1A, la Sovereign estaba orientada al mercado de alta capacidad adquisitiva, llegando a fabricarse algunos modelos con la carcasa de oro. Su refinamiento en cuanto a técnica era tal que obtuvo multitud de reconocimientos. El responsable de aquel diseño, John Pemberton (uno de los hombres de confianza de Sinclair. Otro de sus diseños fue la Wristwatch), recibía el prestigioso Design Centre Award en abril de 1977. No obstante, las ventas de esta calculadora no estuvieron al mismo nivel que su sofisticación, lo que supuso más pérdidas en Sinclair Radionics.
Ante esta nueva crisis, se acuerda una nueva inyección de capital que le otorgaría al NEB el control sobre el 73% de Radionics. Una de las primeras medidas del nuevo socio mayoritario es el nombramiento de Norman Hewitt, un hombre de la agencia, como director ejecutivo.
La concepción de empresa de Clive Sinclair, aunque en ocasiones temeraria, chocaba frontalmente con la visión de los directivos de la NEB, a quienes consideraba unos burócratas con poca visión de futuro. Habiendo pasado a un segundo plano en Radionics, y animado por la buena marcha de Sinclair Instruments,  decidiría centrar sus esfuerzos en la segunda, a la que renombraría como Science of Cambridge Ltd.